domingo, 10 de julio de 2011

Un día me juro que voy a cambiar.

Me despierto a las 11:56 un domingo por la mañana. No justamente como me gustaría, me cuesta un poquito levantarme porque hoy no estás a mi lado. 
Y no consigo disimular que te echo de menos, ahora y siempre. En cada momento. Aún así me siento viva.
En el cristal de mi ventana está mi respiración, cada suspiro...porque no dejo de mirar a ver si aparecieses en algún instante. No, no apareces, pero ami me da igual.
Pasa la tarde y me tomo una tarrina de helado mientras veo programas basura. Mi helado de chocolate es casi tan dulce como tú.
Y podría estar viendo alguna novela romántica, pero no tengo los pañuelos a mano. Y seguramente en alguna escena extendería la mano para ver si estás a mi lado, para notar tu presencia y estar tranquila, pero sé que no te voy a poder tocar.
Ya no me río con los monólogos, prefiero tus chistes malos.
Cuando llega la noche siento que tú también miras las estrellas a mi vez. A distancia, pero las miras. Las estrellas no se mueven, pero nosotros sí. Yo señalo a una, y tú a otra. Es como si un hilo nos uniese, invisible, pero nos une. Cae completamente la madrugada, y estoy en vela. Esta noche a mi ventana tira piedras la luna...dice que no llore sola, que la noche es larga y fría.
Y cada domingo me sigo prometiendo que voy a cambiar, que te voy a olvidar.
Y el domingo que viene te querré un poquito más.

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