viernes, 15 de julio de 2011

Je t'aime.

Una triste nota escrita por mi siete años atrás se encontraba ahora en un bolsillo de una chaqueta cualquiera, en un perchero cualquiera, en una casa cualquiera. La chaqueta no era de un hombre cualquiera, pero no se me ocurrió una mejor despedida.
Pero ahora no me apetece hablar de él, ya es historia, y siempre preferí la geografía.
Así que ahora me encuentro en Francia señoras y caballeros, para todos, en la calle La muette número 8.
En la misma calle donde trabajo, haciendo zapatos. No zapatitos de cristal para cenicientas en busca de príncipes azules, no. Yo, hago zapatos para gente caminante, sin un rumbo fijo, zapatos resistentes, para personas fuertes. Yo hago zapatos para los soñadores que busquen un genio que se los cumpla en cualquier parte del mundo, aunque el camino sea escarpado.
Y toco el piano para fabricar sonrisas, y esta sonrisa que ves aquí en mi cara, sale de estas teclas, concretamente de Fa y Sol.
Mi olor favorito es el de la primavera y mi mes favorito es marzo aunque mi cumpleaños sea en abril. No sé elegir entre izquierdo y derecho y las miradas frías me matan. 
Canto para matar el miedo y río para callar palabras. 
El río siempre me pareció que estuviera vivo, a veces parece que habla.
Siempre fui una persona reservada. Me inundaba de palabras y de pensamientos que siempre me llenaban muchas partes de mi. De pequeña siempre odié las muñecas y me dedicaba a cultivar mi pequeño huerto, hablaba con las plantas y de vez en cuando le quité una cereza a aquel árbol enorme, y yo me disculpaba.
Si tenía miedo me refugiaba en el sueño, pero el sueño a veces no me acogía, así que me hacía amiga de las sombras.
Bailaba bajo la lluvia y siempre fingía olvidarme el paraguas.

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