viernes, 22 de julio de 2011

22

Nada más llegar. Ya olía a despedida, y eso me entristeció. Notaba que alguna parte de mi montaba en ese autobús, cargado de sentimientos. Algo que había tenido tan cerca durante un tiempo se marchaba en ese mismo instante, muy muy lejos.
Cada paso, hacia adelante o hacia atrás, ya le echaba de menos.
Gente, gente por todos los lugares, con prisa y con paciencia, sentados y corriendo, maletas a cuestas y las ruedecillas de algunas de ellas sonaban de fondo.
Rostros tristes y otros felices, abrazos con sabor a "adiós" y otros a "bienvenida".
Lágrimas, de alegría y de tristeza. 
Números por todas partes, el nuestro era el y en ese mismo andén la despedí con un abrazo y susurrándole "saltimpunky". 
Pero algo nos separó...sí, de nuevo el tiempo, y con él la distancia. Los que me vuelven a fallar, los que me vuelven a hacer una mala jugada. Los que me rompen los abrazos. 
Pero no quité mi sonrisa de la cara, o eso creo. Tampoco quería hacerlo, aún tenía su presencia cerca.
Finalmente, cargó con su maleta que parecía pesarle un quintal y subió poco a poco las escalerillas de aquel autobús.
No me importaba el rumbo, estaba lejos de mi y eso era lo que odiaba. Que de nuevo tuviera que esperar meses, y más meses para volverla a ver, para volver a hacerla sonreír. 
Me gritó desde la ventanilla '¡GUAPA!', a lo que le grité '¡TÚ!' e intenté hacer un corazón con mis manos, me sonrió y me despedí con la mano, ella sonreía y yo también lo hice, por ella. El autobús se puso en marcha y quise correr detrás de él, pero me limité a quedarme agarrada a un poste, mirando su ventanilla hasta perderla.
Perderla...
qué desilusión.

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