viernes, 5 de agosto de 2011

Negociemos, porque me fallan las cuentas.

Cariño, a cambio de todo mi amor, ¿qué me ofreces? Porque yo puedo llevarte el desayuno a la cama, o simplemente hacer que pueda despertarme cada día a tu lado. ¿Sabes la responsable? La palabra te quiero, y se hace grande día a día.
Quiero morderte la boca, ahora.
Y si me dejas, te voy a dar la mano, y no te la voy a soltar hasta que lleguemos al lugar adecuado, no perfecto, si no adecuado. Aunque sí perfecto para ti, para mi. Para nosotros solos y nadie más.
Estoy ideando un plan. Mientras te toco el pelo, hasta llegar a acariciarte la cara te voy a cantar al oído la canción más bonita que hayan escuchado tus oídos, la más suave y la más dulce, pero mi amor, no te voy a dejar con la miel en los labios, porque todo no acaba ahí.
Porque después de todo, después de que haya pasado cada beso y cada milésima, cada caricia y cada segundo, cada mirada y cada minuto junto a ti, entonces, te voy a dar un abrazo de esos que no terminan nunca, porque me he cargado a ese minutero de un solo golpe.
No puedo volar, pero puedo coger un autobús contigo e irme muy lejos de aquí, y muy cerca de ti. Sin un rumbo, ni si quiera a donde nos lleve el viento, sin guías, tampoco las estrellas, la única compañía que quiero es la tuya, y la de la noche, porque me la voy a comer cachito a cachito. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario