martes, 2 de agosto de 2011

2811

Este día me sentía diferente. Me sentía muy yo, todo tan normal pero tan extraño...mi flequillo estaba despeinado.
El cielo iba volviéndose de un rosa que me gustaba, y que mezclado con el azul hacía el final de un día en algo realmente maravilloso.
Pero sentía que este día llevaba una etiqueta enorme que decía: EXCEPCIÓN. Intenté recordar varias veces qué era aquello que tenía de especial, sin embargo no encontré nada...a fin de cuentas, era un simple martes a las 21:25.
Anochecía sobre mi cabeza y mi pestañeo se hizo lento.
Le echaba de menos y le recordaba en cada momento, hoy lo sentía lejos.
Tenía ganas de escuchar música pero no tenía altavoces; algo realmente agotador. Escribía sin hacer mucho caso a mi inspiración, y escuchaba ya los últimos pájaros.
Los minutos sucedían a la velocidad de siempre, por supuesto, rápidos y desesperantes, dejando tras ellos huellas imborrables.
Miraba a un lado, y a otro, y todo seguía igual de callado, todo con ese toque de timidez que flotaba en el ambiente constantemente, y yo empezaba a sentir sueño.
A decir verdad, ahora mismo me encantaría estar tumbada en la hierba a merced de las estrellas, porque aunque aún no estaban presentes, yo tenía todo el tiempo del mundo para esperarlas.
Agosto trae hoy consigo de la mano a una brisa un tanto fresca; o al menos ami me pone la piel de gallina.

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