domingo, 30 de octubre de 2011

Puedejoderteperomelasuda.

Sabes? Hoy voy a hablarte de mi, voy a dejar escapar todo mi ego, y seguramente te salpique, así que apártate de mi camino.
No voy a hablar de ti, como suelo hacer, si no sobre ti, sobre mi, y sobre lo que pienso de ti pasados estos quince días.
Empecemos a hablar de mi, diciendo que sí, que soy una estúpida, que como todas las tías, creí que eras diferente a los demás cabrones de los que nos solemos rodear, me quedé ciega o más bien me quise cegar, me quise engañar a mi misma, pero me di cuenta de lo que se pueden llegar a abrir los ojos cuando llega la factura. Y la verdad muchacho, es que me saliste caro. Claro que lloré por ti, y además sin querer. Se me hinchaban los pulmones hasta tal punto de cortarse el aire. Pero el tiempo me acarició suavemente, hasta hacerme efecto. Conseguí (más o menos) no pensar en ti todo el tiempo, en no pensar en ti cuando me ponía la ropa o en si me recogía el pelo o no. Me acostumbré poco a poco a tu indiferencia, a tu frialdad, que ahora es una rutina. Agotadora, por cierto.
Pero también aprendí a cogerle el gustillo a eso de hacerme valer, a ignorarte, a hacer pequeñas todas tus palabras pasajeras en mis oídos. Aprendí a ocuparme de mi, y la verdad es mucho más sencillo de lo que parecía.
También me defraudaste, me demostraste que a ti te la suda la amistad, que no entiendes esa palabra por mucho que te la repitan. Y a decir verdad, estoy empezando a dejar de luchar por ella.
Me terminé acostumbrando a las chaquetas en vez de a tus brazos y a tu cuerpo, terminé acostumbrándome al olor de mi almohada a lejía en vez de a tu champú.
Ni te voy a seguir, ni te voy a buscar, si quieres perderte, piérdete.

No hay comentarios:

Publicar un comentario