lunes, 17 de octubre de 2011

MGD.

No quiero olvidarme nunca de estas iniciales, porque dentro de cada una de ellas hay mucho más de lo que algún día muy lejano puedieses llegar a imaginar. Y he desgranado todo su interior, es un cachito de pan que me comí muy despacito, disfrutándolo día a día.
Ha sido el que hizo que durante un año, mi corazón latiese más fuerte cuando él pasaba por delante de estos ojos que se enamoraron siguen enamorados de ti, ha sido el que hizo que no durmiese por las noches, el que hacía que me despertase de madrugada para coger el ordenador, porque sabía que me estaba esperando. Al que más te quieros le dije a la cara, quién me ha echo pasar los mejores meses de mi vida y me ha enseñado un pedacito más de este libro gordísimo llamado vida, que cada día por cierto, entiendo menos. 
No quiero dejar de quererte nunca, nunca. Porque siempre estoy esperando ese momento para revivir a penas una milésima parte de las risas que un día echamos juntos. Para que me hagas volver a sentir el por qué vivo. Me has robado mi corazón que ahora es irrecuperable. Y me has dejado unas marcas que son permanentes para el resto de mis días, y me has dejado a tu paso con lágrimas y sonrisas para todo el camino, pero ninguna instrucción. Y resulta que no sé para dónde tirar, y cuando me ocurre, solo me hago la entendida de mi corro de amigas, cuando realmente, no dejo de mirarte, una mirada que me duele porque tú no me miras. 
Es volver a sentir que te enamorabas. Una meta, quizás darle un beso en un pasado, pero que ahora, esa meta, es nula, inexistente. Y tengo miedo de quedarme paralizada en el tiempo, de seguir queriéndote el resto de mis días, de seguir intentando algo que ni si quiera sé que quiero obtener, mientras para ti el tiempo pasa sin hacerte daño, y tu vida sigue y verte enamorarte, y ser feliz, mientras yo te veo desde la escalera del patio y sólo puedo, quizás, alegrarme por ti. Cerrar los ojos y recordar lo bonito que fue ese 21 de julio. Y así mes a mes, el 21 se convirtió en mi número preferido, y porque a tu paso he cambiado de pies a cabeza, aunque no te lo creas. 
Y aunque no quiero dejar de quererte, me lo pones a huevo. Dices que me sigues queriendo, pero que vas a dejar de hacerlo, y cuando pienso eso me come hasta el colchón.
Ahora soy esa chincheta convertida en clavo oxidado, que quieres quitar de tu pared, para siempre. Ahora quieres dejarme en algo mil veces más pequeño de lo que hace un mes fui para ti, eso sí, sin nada. Nada más que mi cuerpo y mi falsa sonrisa.
Y es que tu voz, ha sido la canción del verano. De mi verano.
Y supongo, que dentro de un mes, escribiré justamente lo contrario que hoy, escribiré que me he echo fuerte y que ya no sufro por ti. Supongo, que en un mes, seré capaz de afrontar, y el tiempo dirá el por qué debo dejar de quererte como algo más. 
Pero mientras tanto, lee bien, porque esto, es lo que siento ahora mismo. Por nada del mundo olvidaré estos tres preciosos meses a tu lado, y mucho menos a ti, que has sido la razón más constante a mi sonrisa.
Pero también supongo, que como dice la letra de la canción...
'Mejor no te quiero será más barato'






                  Y esta entrada, va para la pequeña María, que os prometo que no es tan pequeña, porque ha sido la que ha demostrado estar ahí, para mis tristezas y mis alegrías y para compartir lo mío con lo suyo. Por la que ha echo, quizás sin saberlo, hoy mi día de clase mejor. Y lo mismo puedo decir de Flora, porque ella es mi guía especial, y la quiero lo más grande. Es decir, os quiero lo más grande.



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