domingo, 9 de octubre de 2011

Bye bye, september

Septiembre desaparece.
No solo septiembre, no. Con él agosto, el maravillosisímo julio, y junio. El calor, y vienen las mayas apretadas y las sudaderas calentitas. Los vasos de leche antes de irse a dormir, las rayas, la regañina de tu madre para que te abrigues antes de salir por la puerta. Los pañuelos, las escapadas a la sierra, y al monte a por piñas.
Viene con todo el olor fresco, húmedo, y un frío seco. La pesadez de las mantas sobre tu pequeño cuerpecito hecho un nudo entre las sábanas. Las mañanas que más bien parecen noches, y las tardes cortas.
Todas las tardes en las piscinas de tus amigos, de las limonadas tan fresquitas, los desafíos al calor a las cuatro y media de la tarde, adiós a la muchacha del kiosko que me timaba cada vez que pasaba por su puerta.
A las lluvias artificiales bajo las fuentes, al sudor,y supongo que echaré de menos a los perros de los vecinos que siempre me ladran cuando cierro mi cancela. A quedar fuese la hora que fuese, y despertarme sin saber lo que era un despertador. Cuando hacía lo que quería sin necesidad de horarios, cuando anochecía rato después de cenar, y cuando le pedía dinero a mi madre para un helado. Se me hará raro no buscar sombras vaya por donde vaya, y mi precioso pantalón de pijama corto.
La ligereza. A mi melena mojada, que se convertirá en una alcachofa bajo un secador. Al sol intenso, que le daba brillo a mis fotos, que pronto no será más que una bola de fuego, muy muy lejana a nosotros, vergonzosa y oculta entre las espesas nubes grises.



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