martes, 8 de noviembre de 2011

November, and is a season for me

Noviembre. Un mes convertido en estación, desde que empezó, con sus temperaturas altas y sus bajadas repentinas, un verano efímero y un largo invierno que pasó o que está por venir. Una canción mal acompasada, con mucho ritmo y que a veces suena en silencio, un blanco grisáceo, un negro blanquecino. 
Una estación con sus sonrisas, con sus pasos cortitos y sus largas caminatas, con sus acordeones y sus eléctricas guitarras, claves de sol, claves de fa
Una chispa del cigarro que se prende en el empedrado cálido, justo en agosto, que hace de ella una llama, que enciende, quizás, un nuevo amor. Un amor de los de verano, de los bonitos. De esos de los que no pasa el tiempo, y se queda parado en el momento justo del sofá, de las estrellas, de los besos, y del helado de después. Dónde todo se queda allí, archivado de alguna manera en un parque, carpetas desperdigadas por todas las calles, que se pueden ver más solas que nunca en un día de frío, un día de un frío mes de noviembre. De esos amores, que se te quedan adheridos a la piel, que se tatúan a fuego lento.
Un carbonizado junio, una piedra tropezada a tres manzanas de tu olor. Un amor que con el tiempo, se pudre, se pudre, y nunca falta el zapatazo que lo pise del todo. Nunca faltan los abrazos a la almohada cuando lo echas de menos, nunca falta esa canción que aunque te recuerde a él, tú la escuchas, porque sí, porque te gusta, y un poquito más que él.
Pero ya no es verano, ya es noviembre, y pasado un halloween, que por cierto no el mejor de todos, se acercan los tiempos de gorrito, de bufandas, se acerca la familia y los villancicos en el mercadona, el olor a invierno tras cerrar la escarchada cerradura. Porque es eso, una estación, una estación en pura escarcha, en puro vuelo...en puro aterrizaje.

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